Partimos siempre de algún punto, de algún espacio, desde el que nos lanzamos a vivir. Se trata de un acto iniciático más o menos consciente, un ejercicio de voluntad, de decisión, de reafirmación de las ganas de reemprender la vida...
domingo, 29 de septiembre de 2013
martes, 24 de septiembre de 2013
Un ritmo intermitente por partir...
Partícula que es onda en suspensión. Suspense de los puntos suspensivos. Suspense de suspense insospechado. Idea de suspense a descubierto. Un uno que no sabe y que se abre. Suspense empaquetado en espiral...
Principio que es final en suspensión. El tiempo descartado de su crono. El tiempo reubicado en un recuadro. Vivencias que recrean cualquier tiempo. Vivencias que se ocultan, se revelan. Fragmentos de vivencias dando vida. Fragmento de un fragmento dando origen. Fragmentos de fragmentos de fragmentos...
Raíz puesta al final, generativa. Un punto desplazado de algún orden. Un punto sin un orden, sin sentido. Un punto con sentido de sentidos. Un punto suspensivo por abrir. Los puntos suspensivos de raíz. Los puntos suspensivos renovados. Los puntos de fragmentos de memorias...
Etiquetas:
artes,
escritos propios,
Federico Bencini,
pensamiento,
sintaxis
domingo, 22 de septiembre de 2013
Coherencia de la vida...
Aute: "La sociedad perfecta para los intereses de la economía global es que seamos unos muertos andantes"
"La sociedad de los mercados ha conseguido fomentar
la idea de que el conocimiento es algo prescindible"
"España es un país suicida que devora siempre a
sus mejores hijos"
"La
felicidad debería ser consecuencia de aproximarse a la razón de ser
de vivir"
Luis
Eduardo Aute en el estudio de su casa /Foto: Miguel A. Ortega
Acaba de
cumplir 70 años. Setenta veranos de búsqueda, de preguntas. Porque
lo cierto es que Luis Eduardo Aute (Manila, Filipinas, 1943) no se
considera más que eso, alguien que se hace preguntas: un tenaz
interrogador empeñado en esclarecer de qué va exactamente el juego
de vivir. Por más que las reglas que le han impuesto siempre
sus semejantes no le hayan convencido jamás; y hoy,
menos que nunca.
Sin
embargo, dice encontrarse en pleno proceso de "pacificación
consigo mismo"; este artesano renacentista que presentó su
primera exposición pictórica a los 16 años y su primer
cortometraje –en Súper-8– a los 17; que desnudó a
Marilyn –con una foto de revista, lápiz y pasta de dientes– a
los 10, y que desde su irrupción en la canción popular, a finales
de los 60, no ha hecho sino cultivar un territorio en el que las
intimidades compartidas de varias generaciones fueron encontrando un
refugio común contra el frío. Ésas que viraron del miedo a la
ilusión, y del desencanto al encantamiento suicida, antes de
despertar súbitamente de "la estafa". En su horizonte más
próximo, una gira por América y la posibilidad (en voz muy baja
aún) de repetir aquel legendario concierto con Silvio
Rodríguez, Mano a mano, veinte años después.
Pero, en cualquier caso, con la prioridad –ganada a pulso–
de hacer esencialmente lo que le dé "la real gana".
Quería
preguntarle si usted, como artista, ha…
…Un
matiz: artistas somos todos.
¿…?
Sí, porque
todos nacemos con una capacidad para ser sensibles a una serie de
cosas; lo que pasa es que unos profundizamos en esa capacidad de
valorar la sensibilidad y otros hacen caso omiso de ella; incluso
muchos, la mayor parte, y cada vez más, intentan acabar con esa
capacidad. Yo creo que artistas somos todos en cuanto tenemos una
mínima capacidad para apreciar algo que valga la pena en la vida, y
tener una visión más o menos personal de las cosas. Luego dependerá
de que desarrolles esa capacidad o no.
…Al
hilo de esto, ¿no cree que una de las razones de la crisis social
tiene que ver con que haya habido cada vez más miedo a confrontar
ciertos aspectos de su vida interior? Eso del "no me rayes"
al que tanto se han venido aplicando algunas generaciones, por
ejemplo.
Eso es una
novedad que no ha ocurrido nunca en la historia. Eso de acceder a
bienes culturales, no como producto sino como bienes, siempre fue
algo positivo y algo a lo que todo el mundo tenía deseos de
acceder. Hay una novedad de los últimos tiempos, que es
fomentar el desprecio hacia ese deseo de cultura. Siempre, desde
que el ser humano existe, ha tendido a tener más conocimiento. Y la
novedad de las últimas décadas es que la sociedad de los mercados
ha conseguido fomentar la despreciable idea de que el conocimiento
(no la información: el conocimiento) es algo prescindible. Algo que
sobra y que no produce beneficio. Eso es nuevo en la historia. De
hecho, en EEUU la palabra cultura prácticamente no existe: es
entretenimiento,entertainment.
Lo
serio, o profundo, como sinónimo de aburrido.
Eso es. La
búsqueda de la felicidad la han derivado al consumo, cuando la
felicidad siempre debería ser consecuencia de aproximarse al máximo
a lo que debe ser la razón de ser de vivir. Y eso queda
absolutamente desplazado porque no es productivo. Esa sabiduría que
invocaban las culturas mediterráneas, de Grecia, de Roma. Las élites
culturales –por llamarlo así–, los ámbitos más preocupados por
la sensibilidad y el sentido de las cosas, siempre han sido
minoritarios, y la estupidez siempre ha estado ahí. Lo que
pasa es que ahora la estupidez tiene categoría de academia, antes
no. Antes, y salvo excepciones, la audiencia era corta porque no
había medios ni plataformas para el acceso a esa sensibilidad; ahora
tenemos todos los medios, pero operando para todo lo contrario. O
sea, no se te ocurra aproximarte porque dicen los estúpidos que eso
es una estupidez que no produce beneficios… Y vivimos en una
auténtica macrodictadura de mafias financieras, de bancos desatados,
de lobbys, que nos están imponiendo un espacio histórico
demencial. Y está prevaleciendo ese criterio. O descriterio.
O contracriterio.
La cleptocorporatocracia [neologismo
de su cosecha para definir el Panorama].
Cleptocorporaciones que
tienen como objetivo comprar países, comprar continentes, propiedad
privada, sí. Y el resultado es éste: una sociedad que aterra. Yo
soy incapaz de pensar en lo que puede ser esta sociedad de aquí a
veinte años. Si sigue así, un auténtico horror. El ser humano
habrá desaparecido. Y es curioso que haya tanta moda de películas
de zombies. No es gratuito; yo creo que la
sociedad perfecta para los intereses de esta economía global es que
seamos todos unos muertos andantes. Ahí quieren que vayamos.
Estamos ahí ya. China es la sublimación de esa sociedad de consumo
en la que el ser humano es un personaje que trabaja 18 horas al día,
que apenas vive, cobrando unos sueldos de miseria, sin capacidad
ninguna de tener cierto tiempo para reflexionar. Por ahí va el tema.
A mí me produce una angustia tremenda, no por mí ya sino por mis
hijos y por las generaciones que vienen.
Recuerda
esto que dice la canción de Leonard Cohen [que él mismo
versionó], The future.Todo va a arder…
Es una de
mis favoritas. Siempre me han acusado de pesimista, pero siempre lo
rechazo: en todo caso escéptico, sí. He intentado mantener una
cierta lucidez sobre lo que iba sucediendo. Pero pesimista no:
pesimista es el que saca la bandera blanca y dice esto se ha
acabao; el escéptico es activo, el pesimista se rinde.
Visto lo
visto, ¿cabe alguna esperanza en el panorama político?
Creo que
eso que llamaron PIGS, o países del Sur –y yo
incluiría a Francia–, o actuales protectorados de Alemania,
deberíamos salirnos de Europa –no salirnos,
porque somos Europa, que es una palabra griega–,
desvincularnos de esta Europa de los mercaderes, y hacer un acuerdo
con nuestros socios naturales de América Latina, que es donde se
habla el grecolatino. Porque, qué coño hacemos aquí, sino ser los
chinos de la economía del norte. Todo ha sido una gran trampa…
Pero es que el poder está lleno de arribistas, de parásitos, que
ven en la política su modus vivendi; unos mandados con el único
objetivo de llevárselo crudo. O sea, que el que vale, vale, y el que
no, a político. No hay patriotismo, ni sentido de Estado, ni sentido
histórico, ni nada… Claro que también es nuestra responsabilidad,
sí, en tanto en cuanto votamos; más culpables somos nosotros. Les
damos crédito. La culpa es nuestra.
¿Echa
de menos largarse a París de vez en cuando, como cuando era joven?
Estuve hace
poco, de hecho, y París ya no es lo que era. Sólo queda un bonito
museo… París era lo más próximo que teníamos para respirar
otros aires, en vista de que aquí había un régimen que asfixiaba
cualquier curiosidad distinta a la impuesta. Yo estudié en un
colegio de hermanos de Lasalle americanos [en Manila, hasta los 11
años, donde trabajaba su padre]; eran hermanos, no curas; más
abiertos evidentemente que los de aquí, que eran franquistas
todavía. Aquí eran curas de misa diaria.
Debió
de ser fuerte el contraste. ¿Qué España se encontró al llegar?
Una país
oscuro, lleno de tullidos en la calle. Con miseria. Era como el
blanco y el negro; no es que aquello fuera el paraíso ni mucho
menos, pero era otra perspectiva de la realidad, era como meterte en
el Medievo, en tiempos de la Inquisición… España lamentablemente
ha sido el país de las contrarreformas. Somos especialistas
en inquisiciones. Y hemos pasado de ser un pueblo de la meseta,
perdido, a pensar que estamos en Nueva York, sin haber pasado por la
Revolución francesa. Viene la República, e inmediatamente una
dictadura oscurantista, vuelta otra vez a la ignorancia. Somos un
país de artistas geniales, de investigadores geniales, pero al
mismo tiempo un país muy mediocre, muy pacato, muy suicida, muy
cainita, muy saturniano en cuanto a que devora siempre a sus
mejores hijos. Y eso prevalece. Quizás por esa gran influencia de la
Iglesia, nefasta, que ha fomentado siempre un pensamiento muy
mediocre. Aquí hemos sido más papistas que el papa. Y la gente más
brillante ha tenido siempre que irse afuera. A trabajar fuera o a
morir fuera. Uno de mis poemigas dice: "España
de mis amores, cuánto te odio". Y me pasa eso: es un
país bellísimo, con una gente esencialmente estupenda, pero
condenada a la mediocridad histórica.
El
enemigo dentro, para variar…
Creo que
el gran-gran enemigo es la estupidez. Porque no hay
peor perverso que el perverso estúpido. Hasta la perversión es
comprensible. La estupidez no. Y creo que en esta vida se trata de
evitar como a la peste la estupidez; con todas las contradicciones
que depara la vida, navegando en tus luces y tus sombras, pero
intentando vivir, y sin esa gente que repudia el tener consciencia de
lo que representa la vida… La estulticia es lo que hay que
erradicar. Pero estamos en un mundo que desprecia el conocimiento, la
poesía, la magia. Y es que Lucifer es mucho más inteligente
que sus acólitos. Los acólitos son los que gobiernan el mundo
ahora. Ni siquiera Luzbel, que tiene ansias de divinidad: no, son los
acólitos los que medran en el infierno. Los mandados que están ahí,
quemándote el culo, a ver si quemando más, cobran más.
viernes, 20 de septiembre de 2013
lunes, 9 de septiembre de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)