Foto: Àngel S. Martínez
XXVIII
Las luces y las sombras y la sal,
un sueño y un cristal y una estrella
y un sueño en su mano el pescador.
El hilo reversible que los une,
el hilo de la voz que ahora se aleja,
esa invisible voz, voz invisible
la voz de la sirena de la sal,
la sal y los destellos de la sal,
la sal que se decanta de la voz,
la sal, la voz, el gusto en la garganta,
la voz, la sal, la sal sobre la lengua,
la sal que impregna el aire con su olor,
la sal que se deshace entre las manos,
la sal que cristaliza, la sal gema
en hábitos, en cubos, en fractales,
las luces y las sombras del cristal
de prismas de fractales de la halita…
Un sueño en su mano el pescador,
un sueño de sirena de la sal,
un sueño y una estrella y un cristal
un sueño y una estrella y un cristal
que se abre en abanico de colores
de gamas del color del arco iris,
de gamas irisadas de sal gema.
Un sueño en su mano el pescador,
un sueño de sirena de la sal,
Ulises decidido a dar el paso,
el paso que le lleve a caminar
sobre las mismas aguas, aguas mismas
del camino interior de las historias
que van de voz en voz, de boca en boca
surcando superficies sobre el agua,
guardadas en el fondo de la mar…
Ulises, Jesucristo o Teseo
dispuestos a actuar frente al misterio,
ese misterio humano tan divino
encerrado en el cofre de la sal,
apresado en la palma de la mano,
libre en las comisuras de los labios...
La voz de la sirena que es la voz
que viene de muy antes al presente,
que viene de muy lejos, de muy cerca,
que viene hasta el presente sin pasado
que viene hasta el presente sin futuro
que viene y que se va para quedarse…
Y un sueño de la sal entre las manos,
un sueño y un cristal y una estrella...