[...] Pero, a pesar de lo anterior, existe una posible (y necesaria) utilidad del arte:
- como un proceso híbrido de investigación y creación que permite, por una parte, entender la realidad (produciendo nuevo conocimiento) mientras, al tiempo, imagina soluciones y futuros alternativos.
- como parte esencial del proceso educativo, que solo puede suceder a partir de la experiencia y que incluye como objetivo esencial la vocación de transformar la realidad.
- como proceso comunicativo al actuar como motor de la interacción social y provocar la participación. La comunicación es, además, una parte esencial de la investigación y educación para una era conceptual que se basa en las conexiones entre ideas y personas.
Quizás este "nuevo" artista, definido con estas características, deje de denominarse con ese nombre y se convierta en algo diferente. Diseñadores, educadores, intelectuales y científicos necesitarán también integrar la capacidad de percepción y comunicación del arte en sus prácticas. Llegados a este punto, los límites disciplinares empiezan a desdibujarse. En este punto empieza lo interesante. Lo realmente relevante son los nuevos papeles que necesita la sociedad, lo de menos son los nombres con los que identificaremos estas nuevas categorías.
Juan Freire: Sobre la vacuidad del arte (... y de algunos artistas)
[Publicado en el blog del Simposio Educación Expandida, del Festival Zemos98],
22 marzo 2009
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