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La voz librada de AlbA se eleva,
si bien interrumpiéndose un momento
(la duda de un momento vacilante
porque adivina el tajo de la muerte);
Sí, la muerte, la misma y la otra muerte
que se lleva otras manos que amasaban
harinas con el agua y las semillas,
aceite y una pizca de sal, sin...
AlbA se ha detenido y ha mirado
los ojos que miraban, ya no miran,
los ojos de aquel hijo que ahora lloran
las lágrimas de muerte sin su madre;
¡Que no pueda seguir solo un viaje,
y se crucen historias simultáneas
en curvas y en sectores temporales
que dibujan el mundo que morimos!;
Pero AlbA entiende, ha entedido
la acción de la guadaña y del mensaje,
del pliego desplegado de Mercurio:
las alas que circudan sus tobillos,
las letras tan herméticas, tan claras,
las mil y una noches y los días,
la voz de Sherezade que hipnotiza
para seguir viviendo atestiguando
el Sol, la sal, el canto, y el olor
de arena que se amasa con las manos;
AlbA decide, ha decidido
reemprender el viaje de la vida.
Le da la mano al rey, y se aproxima
al gusano de hierro que chirria
rompiendo e irrumpiendo desde el túnel,
sus focos inundando interfiriendo
el sueño de una eterna oscuridad;
Y su último aliento salta al mar
a rescatar los niños que allí queden...
(continuará...)
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