Una ninfa, helíade que llora
la muerte de su hermano en la alameda,la muerte de su hermano Faetón,
la muerte del más joven y atrevido,
su muerte de impaciencia de esperanza
que quiso conducir cruzando el cielo,
que quiso conducir del Sol el carro,
que quiso conducir, tener las bridas
de furia desbocada en los caballos
sin alma sin consciencia ni control,
sin llegar a saber ni haber sabido
el tiempo necesario de la calma,
el tiempo necesario de aprender,
el tiempo necesario para ser
capaz de rezagarse al mismo tiempo,
el tiempo regalado lentamente,
el tiempo de la vida con el tiempo...
Una ninfa, helíade que llora
las lágrimas en ámbar del otoño,las lágrimas que riegan esos álamos,
las lágrimas que caen como las hojas
a raudales en ríos y alamedas,
a cántaros en lluvias derramadas
que vierten su alimento en esta tierra,
esta tierra de tono triste y ámbar,
esta tierra de tierra prometida,
esta tierra de agua y de alimento
que alimenta las plantas por crecer,
que se mezcla en las aguas con el río,
que concierta un acuerdo con el tiempo
a saltos en las aguas aplazados,
en brotes en el tiempo aplazados,
el tiempo que se toma así su tiempo,
el tiempo que se vive tiempo a tiempo,
el tiempo de dar vida a muerte viva,
el tiempo de dar vida a muerte ávida
de dar vida a la muerte por nacer,
por nacer y vivir en este tiempo...