XXIX
Un sueño en la mirada el pescador,
un sueño de la sal entre las
manos.
Los brazos decididos y las piernas
clavadas en cubierta como un mástil.
Las gemas de la sal, la flor de sal,
el calcio el magnesio el potasio
el yodo el manganeso, elementos
de vida de la sal cristal de roca.
Y en su mano el
cristal el pescador,
el cristal que se
ha abierto en caracola,
el cristal que ha
crecido en abanico
de color, de
colores de arco iris…
Sus pasos adelanta
el pescador,
sus pasos hasta el
límite del agua,
dispuestos ya sus brazos
y sus piernas
y el disco de la sal
entre sus manos.
La voz de la sirena
que se aleja
y aquí, en esta orilla, aún se oye:
y aquí, en esta orilla, aún se oye:
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
Girando sobre su
eje el pescador,
con gesto
sobrehumano embravecido,
lanza con fuerza el
disco de la sal,
deja volar la
estrella de la sal,
la estrella que,
surcando por los aires,
persigue la sirena que se aleja,
la voz de la
sirena, aquella voz
del eco repetido
que se apaga,
del eco que en el
mar se va ahogando,
se va, desaparece,
se sumerge
en las lejanas aguas
mar adentro,
hacia adentro hacia afuera,
hacia afuera hacia adentro,
mar hacia sus adentros,
palabras a raudales de su voz,
curvo vaivén acústico acüoso...
La sal, la sal, la sal, la sal, la sal…
la mar sin voz, sin voces de la sal,
sin voces de la sal de la sirena,
silencio de la voz,
ausencia de la voz,
ausencia de la sal,
silencio de la sal…
Y un sueño de la sal el pescador…
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