miércoles, 24 de junio de 2009

Orden de monstruos

Toda puja en pos de la pureza deja sedimentos, toda puja en pos del orden engendra monstruos. Los monstruos sedimentarios de la época de la promoción de la trinidad territorio-nación-estado fueron las naciones sin Estado, los Estados de más de una nación, y los territorios sin nación-estado.

Fue gracias a la amenaza de esos monstruos y al temor que despertaban que el poder soberano pudo arrogarse y obtener el derecho justamente de denegar derechos, y de establecer condiciones para toda la humanidad cuando gran parte de ella no podía cumplirlas.

Zygmunt Bauman: Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Fondo de Cultura Económica: Madrid, 2005, p. 172.

3 comentarios:

М∆RI∆И dijo...

Las puertas pueden estar cerradas con llave, pero por seguras que sean las cerraduras, el problema no desaparecerá. Las cerraduras no son capaces de domesticar o aplacar las fuerzas causales de los desplazamientos humanos que transforman a los humanos en refugiados. Las cerrraduras pueden ayudarnos a soslayar el problema o a olvidarlo, pero no pueden obligarlo a dejar de existir.

Amor líquido
de Zygmunt Bauman

Enric Batiste dijo...

En los campos de refugiados, Michel Agier encontró rasgos de los "guetos comunitarios" entremezclados con atributos de los "hiperguetos" en una apretada red de dependencias mutuas. Podemos suponer que esa combinación estrecha aún más los lazos que atan a los reclusos al campo. Tanto la fuerza de arrastre que mantenía unidos a los habitantes de los "guetos comunitarios" como la fuerza de empuje que que condensa a los marginados dando forma al "hipergueto" son poderosas en sí mismas; pero aquí se superponen y refuerzan mutuamente. Todo esto, en conjunción con la furiosa y enconada hostilidad del ambiente exterior, genera una aplastante fuerza centrípeta difícil de resistir y frente a la cual los métodos de reclusión y aislamiento desarrollados por los administradores y supervisores de Auschwitz y Gulag resultan totalmente innecesarios.

Amor líquido, de Zygmunt Bauman, p.188.

A veces pienso que la metáfora de los voraces y densos "agujeros negros" sirve para describir esa indignidad real que pretendemos no ver y que existe en este mundo que habitamos: campos de refugiados, barrios de marginación, habitáculos reducidos para múltiples habitantes, camas calientes, guetos, hiperguetos sin localización concreta... agujeros negros.

enric

М∆RI∆И dijo...

Entre los múltiples aspectos que se podrían describir al referirnos a la sociedad moderna, para tratar los cambios generados por esta nueva perspectiva humana es fundamental la comprensión de la vida como “una sucesión de nuevos comienzos”...
Podríamos decir, con cierto ironismo, que el algún momento “librarse” de las cosas (o personas) se convirtió en algo más importante que adquirirlas...
Para que estos nuevos comienzos sean posibles es importante aprender a “clausurar” y no cómo aprender a “empezar”...
sociedad moderna “las relaciones” son el único juego que vale la pena jugar. Podríamos decir vale la pena jugar a que se ama. De la forma cómo históricamente hemos aprendido a amar la coyuntura actual nos propone aprender a “desamar”. Esta posibilidad de encuentro/desencuentro, compromiso/descompromiso revela lo débil de los vínculos humanos no sólo en las relaciones de pareja sino en las relaciones que se dan en el ámbito de las relaciones con cualquier otro...
Influenciados por los modelos de los reality shows se forma la concepción de que la vida es una competencia en la que únicamente el más fuerte sobrevive siempre y cuando aprenda a desconfiar permanentemente de los demás. Todos los sujetos son dignos de desconfianza hasta que demuestren extraordinariamente lo contrario. Esto crea un estado de sociabilidad que conduce a un estado de infravaloración de lo humano porque otorga el carácter de “descartable” a algunos seres humanos que no participan adecuadamente del juego duro de la vida...
Incluso, con miras a procurar el amor a uno mismo la compasión puede ser un acto suicida, con lo cual estaríamos volviendo a la verdad del mundo darwiniano
Un petó
Marian