Foto: Àngel S. Martínez
XXIII
La presencia y la ausencia y la sirena,
la sirena de sal
que ahora ha partido
de un puerto que ha
trazado en la arena.
Sus pasos adelanta
el pescador,
al punto de partida
improvisado
de un viaje de la
voz de la sirena:
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
La voz de la sirena
que navega
y atrae hasta a este
viaje al pescador,
hasta esta
invitación a navegantes.
Los pies del pescador sobre la arena,
la arena que ahora sigue, que ahora traza,
la arena que ahora traza en espiral.
En zenith y en nathir y en azimut,
en zenith y en nathir y en horizonte,
en zenith y en nathir horizontal.
¿Azimut repetido en espiral?
¿Enclave en coordenadas cenitales,
en zenith y azimut y en nathir?
Un ángulo buscándose a sí mismo,
un ángulo en espejo temporal,
un ángulo en espejo, y una voz:
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
Contempla el
pescador a la sirena,
la sirena en su
viaje que se aleja,
la voz de la sirena
de la sal.
Y en su mano el
cristal el pescador…
¿Será este cristal
como una clave
que ayude a
descifrar este misterio
que encierra la sirena
de la sal
en un cofre
encerrado en su voz,
la voz de la
sirena, esa voz,
esa voz que viaja y
que se aleja?
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
Y en su mano el
cristal el pescador,
sus manos, sus
oídos y sus ojos
traspuestos tras la
voz de la sirena…
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