Foto: Àngel S. Martínez
XXIV
Sintiéndose en su voz el pescador
inmerso en la voz de la sirena,
la voz de la sirena que se aleja…
Y en su mano el
cristal el pescador,
sus manos, sus
oídos y sus ojos
traspuestos tras la
voz de la sirena…
Y en su cuerpo
fundido en esa voz
que ocupa cada
fibra de su cuerpo,
su reflejo en las líneas del espejo:
Y en sus ojos, sus
ojos ya cerrados,
sus oídos, oídos
que se inundan,
y en sus manos, sus
manos bien cerradas
(y en su mano un
cristal el pescador),
y en sus manos, las
líneas de sus manos,
su reflejo en las
líneas del espejo,
las líneas del
espejo que se alejan…
Y en su mano el
cristal el pescador
y una clave cifrada
en un espejo
y un espejo que
forma y que deforma
su imagen, esa
imagen que se aleja
viajando tras la
voz de la sirena
consciente de ese
sueño de sirena
de voz de la sirena
de la sal…
Sin ojos y sin
manos, sin oídos,
sin cuerpo que no
sea de la sal,
sin cuerpo que no
sea de sirena,
sin vida que no sea
de su vida
sin vida de sirena
sobre el agua
sin vida sin la
estatua de la sal
sin vida sin la voz
de la sirena…
Latiéndole la
sangre en los latidos
de labios,
comisuras de los labios,
de lengua, de
papilas de la lengua,
de boca, de paredes
de la boca,
de laringe, de
cuerdas de laringe
vibrando en los repliegues
inferiores
que suenan en los
tonos del sonido,
que interrumpen el
aire en su salida,
que combinan
vibrando interrumpiendo
sonidos con
sentidos con un canto,
un canto de sirena
de la sal:
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
Y un sueño en ese espejo
el pescador…
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