miércoles, 18 de febrero de 2015

Sirena de sonido...

Foto: Àngel S. Martínez



XXII


En ondas en su voz en espiral
persigue la sirena  el pescador
y en su mano un cristal o una estrella
o un resto de la sal de la sirena.

¿Depósitos salinos de la mar?
¿La precipitación de las estrellas?
¿La cristalización de los fragmentos
formándose en fugaz figuración?

¿Pedazos de cristal desconocido
o los cristales cúbicos de halita?
¿Cristal suelto, cristal amalgamado
o un súbito cristal inusitado?

Y el halo de las luces de la sal
de prismas de fractales de la halita
se abre y así crece y decrece
y crece y decrece en abanico.

Y en su mano el cristal el pescador,
el cristal que ha crecido en caracola,
el cristal que ha crecido en abanico
de color, de colores de arco iris.

Y en su mano el cristal el pescador,
sus manos, sus oídos y sus ojos
pendientes de la voz de la sirena,
la voz que va oscilando como un eco,
un eco repetido intermitente,
un eco continuado que se aleja,
un eco que está dentro y está fuera
hacia adentro hacia afuera,
hacia afuera hacia adentro,
un eco que en las olas va batiendo
hacia adentro hacia afuera,
hacia afuera hacia adentro,
un ritmo remanente de las olas,
en ondas que han traído hasta aquí
su presencia, que en cambio está ausente,
la ausencia y la presencia y la sirena,
la sirena de sal que ahora se marcha,
se va, se va en su voz, se va, se va,
se marcha la sirena de la sal:

lisi nol, nul nul se,
liri son, nul nul se,
lili sol, nul nul se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…


Y en su mano el cristal el pescador,
un simple pescador mirando el mar…

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