Foto: Àngel S. Martínez
XXV
Y un sueño en ese
espejo el pescador,
un sueño de sirena
de la sal
de voz de la sirena
resonando,
de voz de la sirena
de su voz,
de voz de la
sirena…
Es otro el
sinsentido de los sueños
de espejos, de
sonidos, de reflejos,
de viajes, de
virajes, de caminos,
de estelas ya
trazadas en la mar,
de estelas y su
trazo…
Y un sueño en ese
espejo el pescador
y en su mano un
cristal y un espejo
de reflejos, de
mundos, de imágenes,
de voces de la voz en
espiral,
de voces de la voz…
lisi nol, nul nul
se,
liri son, nul nul
se,
lili sol, nul nul
se,
lisi nol,
liri son,
lili sol,
si nul mar…
Persigue aquella
voz el pescador
y en su mano un
cristal o una estrella
o un resto de la
sal de la sirena,
sirena repetida en
ese espejo,
sirena de la sal…
Entonces esa
estatua de sirena
se gira con un
gesto prolongando
su mirada serena de
sirena,
sus ojos bien
fijados en la orilla,
puerto donde recala
el pescador,
y en este instante eterno y extendido,
en este instante eterno,
este instante en silencio y absoluto,
en este instante eterno,
este instante repleto en el vacío
en este instante eterno,
en este instante único escogido,
en este instante eterno,
los ojos que se miran fijamente
y el eco de las voces de la voz
y el olor de la sal que impregna todo
y el gusto en la saliva de la lengua
y la capa de escamas de la piel
y el tiempo en el espejo capturado
y el tiempo en el espejo detenido
y el tiempo reflejado en espiral…
La sirena mirando al pescador
y en su mano un
cristal o una estrella…
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